Dea Domina Ataecina







Ataecina fue una divinidad que disfrutó de un culto intenso y muy extendido en la Hispania romana y prerromana, sobre todo en lo que hoy es Extremadura. Viviendo en esta zona, me parecía imprescindible descubrir las circunstancias de este culto, por qué fue tan importante en su tiempo y qué restos quedaron de él, tanto físicos como espirituales. Pero leyendo y leyendo artículos y ensayos sobre la diosa, percibí que incluso los más rigurosos y bien fundados llevan a conclusiones muy diferentes y que basándose en los mismos registros y fuentes, se han elaborado tantas hipótesis como estudios hay publicados sobre Ataecina.

Dea Ataecina Turibrigensis se convirtió en foco de atención para los historiadores a raíz sobre todo del descubrimiento de quince epígrafes en la ermita de Santa María del Trampal (Alcuéscar, Cáceres) que enriquecían y matizaban los aún muy escasos conocimientos existentes sobre este culto. En ellos, el nombre de la diosa aparecía inscrito de diferentes formas: Attaegina, Adaegina, Adegina, Ataecina...pero las diferentes grafías parecen deberse a matices de pronunciación o a un desconocimiento del latín escrito, sobre todo por parte del elemento indígena.

La etimología del nombre también ha dado lugar a múltiples conjeturas. Ataecina derivaría de la palabra irlandesa adaig (noche), sin embargo, los detractores de esta hipótesis aducen que la expresión adaig sólo aparece en textos desde el siglo VIII, es decir, mucho después del período prerromano y romano. Para el portugués Vasconcelos, derivaría de una palabra céltica cuyo prefijo ate sería traducible por nuestro "re-", y el elemento gena significaría "nacida", así, Ataecina sería "la renacida", una diosa de la tierra, ctónica, que renace cada año lo que la dotaría de carácter agrícola. Por ello también se la ha vinculado con los infiernos, relacionándola con la romana Proserpina, con quien habría terminado por confundirse en algunos contextos. En todo caso podría ser una diosa de la muerte pero a su vez de la regeneración, divinidad del mundo subterráneo, pero también de la vuelta a la vida, de la sanación.

Ataecina tuvo principalmente tres centros de culto: los alrededores de la ermita de Santa María del Trampal (Alcuéscar, Cáceres), Dehesa Zafrilla (Malpartida de Cáceres) y Dehesa El Palacio (Herguijuela, Cáceres), enclaves donde han aparecido altares con inscripciones y objetos votivos dedicados a la diosa. Entre estos exvotos destacan figurillas de bronce en forma de cabritas y soportes de piedra con cuatro orificios donde encajarlas. He aquí un exvoto de cabra hallado en Torrejoncillo:




En otra similar encontrada en Malpartida de Cáceres aparece bajo sus patas la siguiente inscripción: "A la diosa santa Turibrigensi Ataeginae, Victorino, siervo de Cornelia Severa cumplió de buen grado el voto que le ofreció".

Otros autores ubican a Ataecina en paisajes vinculados a aguas medicinales, a fuentes salutíferas, así en los alrededores de Santa María del Trampal, hubo un famoso manantial de aguas termominerales. En este contexto, los sacrificios de cabras a la diosa, unidos a baños en aguas purificadoras supondrían un rito en el cual el animal se convertía en víctima expiatoria para alejar la enfermedad de quien la ofrecía.

Finalmente, una cuestión muy debatida es la expresión Turibrigensis que suele acompañar a su nombre y que nos delataría el supuesto origen del culto. No hay acuerdo sobre el lugar geográfico al que alude, la traducción del latín Turobriga, Turibriga o Turubriga nos llevan hacia Bética céltica pero también a la Lusitania, incluso se baraja la existencia de dos ciudades con el mismo nombre. Para algunos autores, Turibriga sería la opción más pausible y la ubican en Santa María del Trampal, epicentro del culto a la diosa, y éste no sería un núcleo urbano, sino un centro religioso dentro de la pertica emeritense.

Lo más maravilloso de la Historia no son sus certezas, sino las miles de dudas, la gran variedad de bifurcaciones, de caminos enredados que nos invitan a investigar, a deducir y que mantienen al historiador en vilo. Este articulito sólo pretende abrir el apetito indagador, mostrar como ante nuestros ojos se abre todo un mundo de incognitas. Manos a la obra.


BIBLIOGRAFÍA:

ABASCAL, J.M. "Ataecina". Universidad de Alicante. Religiones de la Lusitania. Loquuntur saxa. Catálogo de la exposición, Lisboa, 2002. pp. 53-60.
LUJAN MARTÍNEZ, E.R. "La diosa Ataecina y el nombre de la noche en el antiguo irlandés". Revista Emerita (EM) LXVI 2, 1998, pp. 291-306.
OLIVARES PADREÑO, J.C. "Divinidades indígenas de la Hispania romana". Tesis doctoral de la Universidad de Alicante, 2000.
www. Celtiberia.net "Dea domina sancta Adaegina y el culto a las aguas. I."









Comentarios

  1. Precioso tu blog. Temas muy interesantes y bonitos. Muy bien documentados. Me encanta.

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