Bandu, el dios guerrero. El protector.


Bandu, Bandue, Bandua... las diferentes formas que la epigrafía nos ofrece para referirnos a esta divinidad parten de una misma raíz, Band- una derivación del indoeuropeo "bhendh", sinónimo de unión, ligazón. Testimonios epigráficos del culto a Bandu han aparecido abundantemente en el área galaica, pero también en territorio vettón y nos permiten reconocer a un dios-caudillo de guerreros que se habrían unido en fratrías o bandas bajo su tutela y dirección. No es peregrina esta idea si atendemos al carácter guerrero del pueblo celta, cuya influencia marcó una de las líneas maestras para la etnogénesis de los vettones.

El culto a Bandu se mantuvo vivo durante el proceso de romanización, llegando a asimilarse a la diosa Fortuna. Curiosamente, Bandu es la única divinidad prerromana de la cual poseemos una imagen. Se trata de una pátera de plata de la Colección Calzadilla que apareció en una zona cacereña cuya ubicación desconocemos y que contiene la siguiente inscripción: "Band(uae) Araugel(ensi)" El dios guerrero, bajo una faceta de fortuna protectora, asume el género femenino pero convertido en una abstracción, en una alegoría del azar que mira con buenos ojos ya sea a una familia (gens) o a un pueblo concreto que le rinde culto, en este caso el de los "araugelenses".

Sin embargo, hay acuerdo en que Bandu es, ante todo, un dios de la guerra. Así, grupos guerreros le rendirían su confianza, su fidelidad al modo que lo hacían celtas y galos. La asimilación a Roma también provocaría una identificación de Bandu con el mismo Marte, como atestigua una inscripción de Rairiz de Vega (Orense) donde tropas auxiliares honran a Bandu como socio de Marte: "deo vexillor(um) Martis socio Bandua".

Pátera de plata dedicada a Bandu y con los atributos de la diosa Fortuna

Olivares Pedreño nos recuerda una sorprendente hipótesis vertida por Julio Caro Baroja. Se refiere a un rito arcaico y supersticioso, que habría pervivido en amplias zonas de Extremadura hasta fines del siglo XVIII cuando fue prohibido por la Iglesia por pagano. La ceremonia del "Toro de San Marcos" se desarrollaba más o menos así: en el monte, ante una manada de toros, los Mayordomos de una cofradía dedicada a San Marcos, elegían a uno y le llamaban por el nombre de Marcos. Entonces, milagrosamente el toro "Marcos" acudía hacia ellos mansamente, siguiéndolos hasta la iglesia, donde el toro presidía toda la liturgia. El padre Feijoo añade el siguiente comentario: "...las mugeres (sic) suelen ponerle guirnaldas de flores y roscas de pan en la cabeza...". Pero lo más inquietante para Caro Baroja era que las localidades donde se realizaba este rito coincidían geográficamente con aquellos lugares donde han aparecido testimonios del culto a Bandu, como Brozas, Alcántara, Trujillo, Talayuela... ¿Habría permanecido, con variantes, cierto culto a este dios?¿se vinculó alguna vez a Bandu con la figura de un toro, como en los cultos dionisíacos?. Para dicho autor esta idea podría incluso arrojar cierta luz sobre el significado de los típicos verracos. Caro Baroja, humildemente, terminó reconociendo que su hipótesis hacía aguas, pero quedó en el aire.


El toro de San Marcos. Grabado de la Enciclopedia Cossío.



BIBLIOGRAFÍA:

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CARO BAROJA, J. "Ritos y mitos equívocos". Ed. Istmo. 1995.
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